¿Cómo era tu vida después de... todo eso?
Nada, solo pasaban los días y yo... yo...
...
... No... ¿No puedo recordarlo?
O más bien...
ningún recuerdo de todo eso se siente...
¿Real...?
¿Cómo podría explicarlo?
Mientras trata de viajar a un pasado cercano, Acter se siente confundido. Hace apenas unas semanas, todo era tan... borroso. Incluso empezaba a dolerle la cabeza por ese vano intento de recordar.
Qué extraño resulta esto. Recuerda bien muchas cosas de su vida. Sus amigos y los buenos momentos, la niñera y sus palabras sin sentido, su hermano y sus tratos crueles...
Aún recuerda "aquel día" a la perfección. Y el momento en que lo perdió todo: Cuando se alejó de sus amigos, cuando su niñera se fue, cuando se dio cuenta de que Chara no había vuelto a casa. Pero después de eso... ¿qué pasó?
¿Aquellos días fueron reales?
Viajemos un poco al pasado, para ver de cerca aquella vida que Acter no pudo ver tan bien.
- Adela: Acter... esto no será para siempre.
Tú aún tienes mucha esperanza en tu corazón.
La niñera había huido, dejando únicamente el eco de una risa destrozada.
Acter fue abandonado con una herida recién tratada en su espalda, y otra en su ALMA que nadie pudo ver.
Parece que el médico hizo un excelente trabajo cosiendo ese enorme corte que tenía en su piel y parte de su carne, ya que la cicatriz visible no era dolorosa en lo absoluto. Por el contrario, la mente del pequeño niño sufría. Aún sin querer creer que todo eso ocurrió.
Acter creyó que un tiempo a solas le convendría para procesarlo todo un poco más. De manera que pasó horas y horas en el bosque junto al río, escondido, huyendo de los amigos que alguna vez tuvo.
Pasaron días, en los que solo volvía a casa para conseguir algo de comida y a veces dormir ahí. Y siempre que llegaba, estaba vacío. Su madre no ha vuelto a casa desde que era muy pequeño, su padre estaba todo el día trabajando. Y a Chara, su terrible hermano mayor, no lo había visto otra vez desde "aquello".
Antes de que se diera cuenta, cada paso que daba, cada movimiento que hacía, se volvían mecánicos. No era solamente por rutina, sino por algo más. Se desconectaba de sí mismo.
Pronto, Acter vio que su día a día era pura inercia: Comer un poco, caminar sin rumbo, buscar un lugar en el que acostarse. Dormir y en pocas horas despertar. Se repite el ciclo. Y ya no se sentía parte de ese ciclo. Solamente un testigo de aquello a lo que se supone que llamaba "su propia vida".
El tiempo dejó de existir. Todo lo que creía conocer dejaba de tener sentido. Pero no se podía detener. Solo seguía caminando, sin rumbo, preguntándose si todo esto era real. Tal vez, realmente había muerto aquel día y solo era un fantasma que no dejaba el mundo en el que alguna vez vivió.
Pero luego recordaba que seguía respirando. Le costaba estar seguro de si esa sensación era el aire entrando y saliendo de su cuerpo, pero era lo único que sentía medianamente real.
Su mente era un caos, pero su cuerpo no hacía nada para enfrentarlo o siquiera demostrarlo.
- Quiero estar solo.
- Necesito ayuda.
- ¿Qué estoy haciendo?
- Solo debo seguir.
- Necesito ayuda.
- No estoy seguro.
- No vale la pena intentar otra cosa.
- ¿Dónde están mis amigos?
- Debo huir de ellos.
- No vale la pena intentar otra cosa.
- No puedo dejar que me vean así.
- Ni siquiera yo puedo verme.
Respira otra vez. Sigue caminando.
¿Cuánto tiempo pasó? No tiene idea. Tal vez fueron días, semanas, tal vez incluso uno o dos meses. O quizás solo fueron un par de horas. Nada de eso tenía sentido.
Era de madrugada, una de tantas, que Acter paseaba por la ciudad. Sin rumbo, sin control de sus movimientos.
De repente, una ráfaga luminosa. Diferente a los faros amarillentos de la vereda, era una luz blanca y pura. Sus ojos captaron esa imagen, aunque no tuvo a dónde llegar, solo fue una sensación.
Una sensación real. Una ráfaga de luz que en verdad existe, y que Acter por fin llega a sentir como algo real. Respira hondo, por fin siente el aire entrando a su cuerpo, y luego lo deja salir. Aún miraba a su alrededor y nada tenía sentido, pero al menos empezaba a sentir un poco más de control de su existencia. Finalmente.
Luchando por conservar ese sentimiento de realidad, trata de cantar. Tal vez la canción de su difunta madre serviría. Pero no consigue recordarlo. Se rinde rápidamente, sintiéndose frustrado, vacío.
Y entonces, esa luz aparece de nuevo. En un callejón. Entra con curiosidad, un sentimiento que no había experimentado desde hacía meses. Se acerca cuidadosamente, mirando con asombro esta esencia mágica. Prestaba atención a cada detalle de esta luz en forma de corazón invertido, su brillo blanco y sus leves manchas grises.
- Acter: No...
Puede...
Ser...
¿Es un ALMA?
Jamás había visto una de ese color...
...
¿Me escuchas? ¿Puedes hablar?
El alma trata de huir. Desesperado por no perder esa luz que lo había hecho volver a sentirse al menos un poco real, Acter brinca a esta luz y la atrapa.
Ya se sabe lo que ocurre en los siguientes minutos, pero, ¿qué sentía Acter mientras hacía su inoportuna despedida al mundo que alguna vez fue real?
- Vivo. Estaba vivo de nuevo.
La voz de su niñera, la suavidad de su regazo, el significado de sus palabras, el peso de los objetos que ella le obsequiaba, eran reales.
La caída de sus pasos apresurados, el viento frío en su rostro al correr, las voces de quienes alguna vez fueron sus amigos, la presión por huir antes de que las cosas se compliquen más, el movimiento de su brazo con el paraguas para dejarlos atrás. Todo era real.
El ascensor, el sonido de la puerta cerrándose. Era real.
Incluso la alucinación de su hermano, aunque no fuera tan real como todo lo demás, le provocaba emociones reales. Lágrimas reales. La experiencia era real.
El peso del aire mientras subía las escaleras, era real. El peso de la puerta que empujaba para salir del subsuelo, era real.
Y la luz del amanecer también era real.
Por fin, estaba en la realidad de nuevo. Una nueva realidad. Finalmente, volvía de la muerte en verdad. Se sintió muy agradecido con el alma de monstruo, por traerle de vuelta de lo que sea que le había pasado.
- Su ALMA fue finalmente cicatrizada.
Publicar · Fase 2: Inicio del conflicto · Extra 1: La flor dorada · Fase 3 Parte 1: Mal comienzo